25/05/2018

Leitura espiritual


LIBRO DE LA VIDA


Segundo a edição de 1562


PRÓLOGO



CAPÍTULO 28

6. Lo que yo ahora querría decir es el modo cómo el Señor se muestra por estas visiones. No digo que declararé de qué manera  puede ser poner esta luz tan fuerte en el sentido interior, y en el entendimiento imagen tan clara, que parece verdaderamente está allí, porque esto es de letrados. No ha querido el Señor darme a entender el cómo, y soy tan ignorante y de tan rudo entendimiento, que, aunque mucho me lo han querido declarar, no he aun acabado de entender el cómo. Y esto es cierto, que aunque a vuestra merced le parezca que tengo vivo entendimiento, que no le tengo; porque en muchas cosas lo he experimentado, que no comprende más de lo que le dan de comer, como dicen. Algunas veces se espantaba el que me confesaba de mis ignorancias; y jamás me di a entender, ni aun lo deseaba, cómo hizo Dios esto o pudo ser esto, ni lo preguntaba, aunque -como he dicho- de muchos años acá trataba con buenos letrados. Si era una cosa pecado o no, esto sí; en lo demás no era menester más para mí de pensar hízolo Dios todo, y veía que no había de qué me espantar, sino por qué le alabar; y antes me hacen devoción las cosas dificultosas, y mientras más, más.

7. Diré, pues, lo que he visto por experiencia. El cómo el Señor lo hace, vuestra merced lo dirá mejor, y declarará todo lo que fuere oscuro y yo no supiere decir.

Bien me parecía en algunas cosas que era imagen lo que veía, mas por otras muchas no, sino que era el mismo Cristo, conforme a la claridad con que era servido mostrárseme. Unas veces era tan en confuso, que me parecía imagen, no como los dibujos de acá, por muy perfectos que sean, que hartos he visto buenos; es disparate pensar que tiene semejanza lo uno con lo otro en ninguna manera, no más ni menos que la tiene una persona viva a su retrato, que por bien que esté sacado no puede ser tan al natural, que, en fin, se ve es cosa muerta. Mas dejemos esto, que aquí viene bien y muy al pie de la letra.

8. No digo que es comparación, que nunca son tan cabales, sino verdad, que hay la diferencia que de lo vivo a lo pintado, no más ni menos. Porque si es imagen, es imagen viva; no hombre muerto, sino Cristo vivo; y da a entender que es hombre y Dios; no como estaba en el sepulcro, sino como salió de él después de resucitado; y viene a veces con tan grande majestad, que no hay quien pueda dudar sino que es el mismo Señor, en especial en acabando de comulgar, que ya sabemos que está allí, que nos lo dice la fe.

Represéntase tan señor de aquella posada, que parece toda deshecha el alma se ve consumir en Cristo. ¡Oh Jesús mío!, ¡quién pudiese dar a entender la majestad con que os mostráis! Y cuán Señor de todo el mundo y de los cielos y de otros mil mundos y sin cuento mundos y cielos que Vos crearais, entiende el alma, según con la majestad que os representáis, que no es nada para ser Vos señor de ello.

9. Aquí se ve claro, Jesús mío, el poco poder de todos los demonios en comparación del vuestro, y cómo quien os tuvierecontento puede repisar el infierno todo. Aquí ve la razón que tuvieron los demonios de temer cuando bajasteis al limbo, y tuvieran de desear otros mil infiernos más bajos para huir de tan gran majestad, y veo que queréis dar a entender al alma cuán grande es, y el poder que tiene esta sacratísima Humanidad junto con la Divinidad. Aquí se representa bien qué será el día del juicio ver esta majestad de este Rey, y verle con rigor para los malos. Aquí es la verdadera humildad que deja en el alma, de ver su miseria, que no la puede ignorar.

Aquí la confusión y verdadero arrepentimiento de los pecados, que aun con verle que muestra amor, no sabe adonde se meter, y así se
deshace toda.

Digo que tiene tan grandísima fuerza esta visión, cuando el Señor quiere mostrar al alma mucha parte de su grandeza y majestad, que
tengo por imposible, si muy sobrenatural no la quisiese el Señor ayudar con quedar puesta en arrobamiento y éxtasis (que pierde el ver la visión de aquella divina presencia con gozar), sería, como digo, imposible sufrirla ningún sujeto.

¿Es verdad que se olvida después? -Tan imprimida queda aquella majestad y hermosura, que no hay poderlo olvidar, si no es cuando quiere el Señor que padezca el alma una sequedad y soledad grande que diré adelante, que aun entonces de Dios parece se olvida. Queda el alma otra, siempre embebida. Parécele comienza de nuevo amor vivo de Dios en muy alto grado, a mi parecer; que, aunque la visión pasada que dije que representa Dios sin imagen es más subida, que para durar la memoria conforme a nuestra flaqueza, para traer bien ocupado el pensamiento, es gran cosa el quedar representado y puesta en la imaginación tan divina presencia. Y casi vienen juntas estas dos maneras de visión siempre; y aun es así que lo vienen, porque con los ojos del alma vese la excelencia y hermosura y gloria de la santísima Humanidad, y por estotra manera que queda dicha se nos da a entender cómo es Dios y poderoso y que todo lo puede y todo lo manda y todo lo gobierna y todo lo hinche su amor.

10. Es muy mucho de estimar esta visión, y sin peligro, a mi parecer, porque en los efectos se conoce no tiene fuerza aquí el demonio. Paréceme que tres o cuatro veces me ha querido representar de esta suerte al mismo Señor en representación falsa: toma la forma de carne, mas no puede contrahacerla con la gloria que cuando es de Dios. Hace representaciones para deshacer la verdadera visión que ha visto el alma; mas así la resiste de sí y se alborota y se desabre e inquieta, que pierde la devoción y gusto que antes tenía, y queda sin ninguna oración.

A los principios fue esto -como he dicho- tres o cuatro veces. Es cosa tan diferentísima, que, aun quien hubiere tenido sola oración de quietud, creo lo entenderá por los efectos que quedan dichos en las hablas. Es cosa muy conocida y, si no se quiere dejar engañar un alma, no me parece la engañará, si anda con humildad y simplicidad. A quien hubiere tenido verdadera visión de Dios, desde luego casi se siente; porque, aunque comienza con regalo y gusto, el alma lo lanza de sí; y aun, a mi parecer, debe ser diferente el gusto; y no muestra apariencia de amor puro y casto. Muy en breve da a entender quién es. Así que, adonde hay experiencia, a mi parecer, no podrá el demonio hacer daño.

11. Pues ser imaginación esto, es imposible de toda imposibilidad.

Ningún camino lleva, porque sola la hermosura y blancura de una mano es sobre toda nuestra imaginación: pues sin acordarnos de ello ni haberlo jamás pensado, ver en un punto presentes cosas que en gran tiempo no pudieran concertarse con la imaginación, porque va muy más alto -como ya he dicho- de lo que acá podemos comprender...; así que esto es imposible. Y si pudiésemos algo en esto, aun se ve claro por estotro que ahora diré: porque si fuese representado con el entendimiento, dejado que no haría las grandes operaciones que esto hace, ni ninguna (porque sería como uno que quisiese hacer que dormía y estáse despierto porque no le ha venido el sueño: él, como si tiene necesidad o flaqueza en la cabeza, lo desea, adormécese él en sí y hace sus diligencias y a las veces parece hace algo, mas si no es sueño de veras, no le sustentará ni dará fuerza a la cabeza, antes a las veces queda más desvanecida), así sería en parte acá, quedar el alma desvanecida, mas no sustentada y fuerte, antes cansada y disgustada. Acá no se puede encarecer la riqueza que queda: aun al cuerpo da salud y queda confortado.

12. Esta razón, con otras, daba yo cuando me decían que era demonio y que se me antojaba -que fue muchas veces- y poníacomparaciones como yo podía y el Señor me daba a entender. Mas todo aprovechaba poco. Porque como había personas muy santas en este lugar (y yo en su comparación una perdición) y no los llevaba Dios por este camino, luego era el temor en ellos; que mis pecados parece lo hacían, que de uno en otro se rodeaba de manera, que lo venían a saber, sin decirlo yo sino a mi confesor o a quien él me mandaba.

13. Yo les dije una vez que si los que me decían esto me dijeran que a una persona que hubiese acabado de hablar y la conociese mucho, que no era ella, sino que se me antojaba, que ellos lo sabían, que sin duda yo lo creyera más que lo que había visto. Mas si esta persona me dejara algunas joyas y se me quedaban en las manos por prendas de mucho amor, y que antes no tenía ninguna y me veía rica siendo pobre, que no podría creerlo, aunque yo quisiese. Y que estas joyas se las podría mostrar, porque todos los que me conocían veían claro estar otra mi alma, y así lo decía mi confesor. Porque era muy grande la diferencia en todas las cosas, y no disimulada, sino muy con claridad lo podían todos ver. Porque, como antes era tan ruin, decía yo que no podía creer que si el demonio hacía esto para engañarme y llevarme al infierno, tomase medio tan contrario como era quitarme los vicios y poner virtudes y fortaleza. Porque veía claro con estas cosas quedar en una vez otra.

SANTA TERESA DE JESÚS O DE ÁVILA